Lo que pudo ser.
Lo que pudo ser, es el título de esta entrada en este día nublado, lluvioso y lleno de rachas de viento que hacen difícil el discurrir normal por la calle.
He llegado de la iglesia totalmente empapado. en el trayecto del coche al templo me he puesto el traje chorreando y el agua me llega a la altura de las rodillas. Cosas de estas fechas, supongo.
Las cosas de estas fechas son así, o debieran ser así al menos, según la estadística.
Estamos en primavera, la estación de la inestabilidad meteorológica por excelencia. Discúlpeme el lector si se siente abrumado por la terminología climática, que yo ni pretendo ser meteorólogo, ni tengo tal pretensión.
Lo que me llama la atención no es la estadística de la primavera, ni sus propios elementos inestables. Lo que me llama la atención es que hoy es Domingo de Resurrección. Lo que me llama la atención es que lleva lloviendo una semana entera. Lo que me llama la atención es que hace años que no llueve una semana entera. Y lo que más me llama la atención, es que no ha llovido más de una hora seguida en los últimos tres años.
Y ha caído todo en esta Semana Santa.
Ya venía amenazando toda la cuaresma una serie de lloviznas, que resultaron al final pequeños chaparrones y que obligaron a cancelar algún ensayo.
Afortunadamente queda el consuelo de que el agua que ha caído ha servido para paliar la situación de extrema gravedad en forma de sequía que veníamos padeciendo ya que, como he comentado antes, hacía muchísimo que no llovía en condiciones.
Vuelvo a pedir la comprensión del lector para que no se me malinterprete de nuevo. El agua ha sido una autentica bendición, y más que esperada por todos. Simplemente a modo de queja, podemos exclamar un -leches!, que ha sido en Semana Santa!. Esto, señores, tiene dos interpretaciones; o lo estamos haciendo muy mal, y estamos llenando todo de excesos como claman algunos, o bien el Señor ha oído tanto nuestras oraciones que ha decidido bendecirnos con este preciado don en una semana tan especial para nosotros.
Se quedaron los palcos sin usar, el pavimento sin recibir la cera, las túnicas sin arrugas. Los niños sin su bola de cera, los sones sin clamar y la plata brillante, aguarda de nuevo en las vitrinas. Las petaladas han ido rodando en sus cajas sin abrir de hermandad en hermandad gracias a la solidaridad y la buena sintonía entre las corporaciones, pero no llegaron a caer de los balcones.
La cara más amarga es sin duda la de los sentimientos. De los nervios esperando decisiones a los llantos a las puertas de los templos. Desilusión en las caras de los más pequeños. Abrazos enjugados en lágrimas y la vista puesta en 2025.
Esto es una pincelada de lo que pudo ser, y no fue. Y es que personalmente hacía muchos años que no teníamos una semana igual. Ahora nos queda el consuelo de que el que vive la Hermandad todo el año, disfruta de ella continuamente y nos permite el lujo de pensar que la salida es sólo la puntilla.
Acércate a tu Hermandad y disfruta de ella. Aporta y déjate llenar por el espíritu de fraternidad, y disfruta de lo que puede devolverte en forma de amistades, buenos momentos y satisfacción.
Jose Ruiz para ArteCostalero